Y tú… ¿Eres amable contigo?

Sí, hablamos de amabilidad, algo que damos por supuesto para que nuestras relaciones con los demás funcionen, pero que se nos olvida en la relación con la persona más importante de nuestras vidas, ese compañero de viaje que somos nosotros mismos.

Y es que interiorizamos sin darnos cuenta esa forma de hablarnos basada en la etiqueta, la crítica destructiva y el reproche, que en nuestro entorno está tan normalizada y que nos hace tanto daño… “Qué tonto soy”, “cómo he podido hacer eso…” “ya me vale…” “si le hubieras dicho o hubieras hecho…”
Y esa forma de hablarnos nos va haciendo mella, conecta con nuestra parte insegura y la intensifica y puede llegar incluso, a bloquearnos.

Háblate de de forma diferente

Y… ¿si nos proponemos hacerlo de forma diferente a partir de ahora?… Ese es el punto de partida, poner intención y manos a la obra. Trabajemos en cambiar aquello que nos hace daño, asumamos la responsabilidad de nuestro bienestar.

Kristin Neff, creadora del programa Mindfulness y autocompasión (MSC), nos ofrece una serie de pasos para poder “entrenar” y cambiar ese monólogo de nuestro crítico interno. Resumidamente estos serían los pasos principales que propone:

• Indaga: Escucha cómo te hablas… toma conciencia de ese diálogo interno que se dispara. Presta atención sobre todo en esas situaciones en las que te está sintiendo mal. Observa qué palabras te dices, qué expresiones y no te olvides también del “como te lo dices”, sobre todo el tono en el que te lanzas esos mensajes. Hazlo desde el cariño entendiendo que es una voz programada que se dispara casi de forma automática.
• No luches contra ella. De momento, es la primera que va a salir, llevas mucho tiempo funcionando desde ella y es normal que siga apareciendo. Ten paciencia. Puedes decirle algo así como “sé que intentas mantenerme a salvo y hacerme ver que necesito mejorar, pero esas críticas tan duras no me ayudan”
• Reformula las observaciones que te ha hecho tu crítico interior, pero desde la amabilidad, de forma amistosa y desde la crítica constructiva. Si no te surge, puedes imaginarte qué te diría un amigo muy amable, de esos que te aceptan tal y como eres. Hazlo así hasta que automatices otra forma de hablarte

¡¡A por ello!!

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