Entendiendo y Manejando la Ansiedad
Con nuestro objetivo de facilitar herramientas para manejar la situaciones de ansiedad y estrés que influyan en nuestro bienestar, a través del Programa de Atención Psicosocial a Personas afectadas por VIH/sida subvencionado por el Gobierno de Aragón dentro de los programas de interés social financiados con cargo a la asignación tributaria del IRPF, abordamos la atención biopsicosocial a través de este artículo para acercarnos a esas situaciones que suponen una especial alteración en la salud de las personas VIH+. En esta ocasión, Inés Arredondo, psicóloga en Omsida, nos habla de los estados de ansiedad.
Qué es la ansiedad
La ansiedad forma parte de nuestro repertorio y tiene una función básica de supervivencia para nosotros, forma parte de nuestro sistema de alarma y se activa cuando una persona percibe que existe un peligro o una amenaza.
Ante esa situación se produce una fuerte respuesta en nuestro cuerpo, se acelera el ritmo cardíaco, la respiración se vuelve superficial, los músculos se tensan… son la consecuencia de que nuestro cuerpo aumenta la producción de adrenalina y otras sustancias. Se está preparando para las respuestas básicas que también tenemos integradas en nuestro repertorio, la lucha o la huida. Estos síntomas pueden ser más o menos intensos.
Todos hemos experimentado la emoción de ansiedad en algún momento. Es esa sensación de nerviosismo, preocupación, o temor por lo que está a punto de ocurrir o puede llegar a pasar. Esa es la diferencia con el miedo. El miedo se desencadena ante un peligro real, mientras que la ansiedad aparece ante un problema o una amenaza que está por suceder.
Respuesta ante la Ansiedad
La respuesta de ansiedad tiene un triple impacto: lo que experimentamos en nuestro cuerpo (tensión muscular, palpitaciones, respiración superficial…), lo que pensamos (tendencia a pensamientos catastrofistas, a anticipar…) y lo que hacemos a nivel de conducta (huida, evitación, parálisis…)
La ansiedad no es necesariamente negativa. Nos ayuda a sobrevivir porque nos prepara para la acción e incluso puede ser beneficiosa porque nos mantiene en alerta y nos prepara para afrontar retos. El problema se da, igual que con otras emociones, cuando la emoción es demasiado intensa o se mantiene demasiado en el tiempo y nos “secuestra”, haciendo que estemos siempre en alerta, preocupados y tensos.
A veces podemos asustarnos por la intensidad de las sensaciones físicas, otras veces pueden aparecer sentimientos catastrofistas y negativos que hacen que la persona se desborde por cualquier cosa, o podemos estar “enganchados a un bucle de preocupaciones”.
Gestión de la Ansiedad
- El primer paso para poder gestionar la ansiedad es normalizarla, entendiendo por qué aparece. Estos otros consejos también pueden ayudarte, pero a veces se necesita acudir a un profesional de la psicología para que nos dé recursos y herramientas específicas y concretas.
- No te dejes arrastrar por las preocupaciones y el pensamiento rumiativo: algo que puedes hacer cuando notes que empiezas a entrar en bucle es plantearte la siguiente pregunta: ¿me estoy preocupando o me estoy ocupando?
- No luches contra ella: al igual que con el resto de emociones, cuanto más te resistes a ella más persistirá. La base de la gestión emocional es la “aceptación”. Puede ayudarte el recordar que, aunque lo que experimentas es desagradable, si no focalizas excesivamente tu atención en ello, terminará pasando. La ansiedad produce un impacto intenso cuando aparece, no te impacientes si los síntomas tardan en desaparecer, es normal, dales tiempo, igual que viene, terminará yéndose.
- Amplía tu foco de atención. La ansiedad pone en primer plano lo negativo o lo potencialmente peligroso. Para, respira e intenta tomar perspectiva viendo la situación de forma más global
- Muévete: haz ejercicio físico. Se liberan endorfinas, sustancias que nos hacen sentir bien, ayuda a desconectar, a sentirte bien contigo mismo…
- Céntrate en el presente: tu mente tiende hacia el pasado y el futuro, es lo que le ha permitido adaptarse al medio. La ansiedad nos lanza hacia el futuro y pone el filtro negativo, anticipando peligros, “y si…”
- Conecta con personas que te hagan sentir bien: nuestra tendencia cuando no nos encontramos bien, es aislarnos, cuando lo que nos beneficia es “conectar”
- Usa tu respiración como aliada: la ansiedad hace que se vuelva superficial, más rápida y corta, para aumentar el aporte de oxígeno. Para disminuir los niveles de alerta podemos usar la respiración, practicando en el día a día técnicas de respiración controlada, técnicas de relajación basadas en la respiración, mindfulness…
- Cuanto más autocuidado mejor: realiza aquellas actividades que te hacen sentir bien contigo mismo. Cuida tu alimentación y descanso.
- Cuida el diálogo que mantienes contigo, trátate con amabilidad y afecto. No dejes que tu crítico interno se imponga.
Y recuerda, si tienes más dudas o necesitas resolver algún aspecto en concreto sobre este tema, desde Omsida estamos para ayudarte.
Puedes ponerte en contacto con nosotros: 976 201 642 / 627 425 826 o escríbenos un correo electrónico: omsida@omsida.org
- On 5 noviembre, 2021